Aunque sabemos que la comida rápida es perjudicial para la salud seguimos consumiéndola sin tener en consideración los problemas que pueden acarrear a medio y largo plazo. Y aunque no se desaconseja tomarlas de forma esporádica, conocer sus consecuencias y ponerlas en valor es indispensable para cuidar de nuestra alimentación diaria.
La comida rápida entendida como aquella que consumimos de forma procesada: hamburgueserías, pizzas, bollería industrial, ensaladas precocinadas, sándwiches para llevar, etc. Esta clase de comidas de por sí nos hacen realizar digestiones más lentas y pesadas, creando un efecto nada positivo en el metabolismo.
Una de las cosas por las que la comida rápida destaca es por su falta de aporte nutricional a la dieta media. Esta dieta no contiene fibra ni vitaminas y minerales, lo que puede provocar estreñimiento. En cambio, sí contiene colesterol y grasas saturadas que son dos de los grandes enemigos de las dietas saludables. Además, si que tienen un alto índice calórico que provoca que se produzca un aumento de peso considerable en comparación con otras dietas gracias a su alto índice calórico. De hecho, una sola comida de este tipo pueda mantener casi el 100% del total de aporte calórico recomendado de todo un día completo. La comida procesada y la comida rápida también destacan por sus altos índices de glucosa, que le hace un perfecto candidato a ser el que provoque diabetes en el consumidor.
Además de lo que hemos comentado ¿qué puede producir la comida basura en nuestro organismo?
No son pocas las condiciones o enfermedades adicionales que este tipo de alimentación puede provocar si se abusa de su consumo. Entre ellas los gases, la obesidad, la hipertensión a causa de los niveles de sal de este alimento y la aterosclerosis.
A largo plazo, los problemas crecen. Puesto que esta clase de alimentación, si se produce a lo largo de los años y se acumula en el tiempo sin intentar prevenirla y realizar acciones físicas o alimentarias para que no se desarrolle pueden conllevar a problemas en la memoria y el aprendizaje. Además de una fatiga física fruto de las grasas, los índices de sal y el colesterol entre otros. La debilidad también se manifiesta a lo largo del tiempo y, como fin último, también se asocia a la depresión.
Aunque todos estos factores son causas de una mala alimentación a base de comida rápida, no debemos olvidar que el factor genético y la rutina diaria de ejercicio y alimentación también forman parte de las consecuencias. Por ello, es importante cuidar nuestra alimentación y realizar actividad física siempre que nos sea posible y de forma regular, dejando estos alimentos como algo esporádico para momentos puntuales.
